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Efectos de la Quimioterapia

La quimioterapia puede producir algunos efectos secundarios adversos agudos que son desagradables, como bajas defensas, náuseas, vómitos, reacciones alérgicas, dolor en la boca, úlceras, cansancio, constipación y pérdida de cabello. Estos efectos, sin embargo, son en su mayoría temporales y suelen desaparecer una vez finalizado el tratamiento.

Cada niño se ve afectado por la quimioterapia de manera diferente. Algunos seguramente no tendrán todos los efectos secundarios, pero sí pueden presentar algunos de ellos o en raros casos ninguno. El equipo médico informará en detalle los efectos que podrían presentarse durante el tratamiento de los niños y las maneras de manejarlos. Existen siempre formas de controlarlos y reducirlos. 

Las principales partes del cuerpo que se ven afectadas son aquellas en donde las células se dividen y crecen rápidamente. Estas incluyen las células de la boca, el tejido del sistema digestivo, la piel, los folículos capilares y la médula ósea.

Neutropenia e infecciones

Los niños con enfermedades oncológicas que reciben quimioterapia tienen un riesgo aumentado de padecer infecciones por bacterias, hongos, virus y parásitos (a todos ellos se los llama comúnmente microbios o gérmenes). Esto se debe a que su sistema inmunológico -las defensas del organismo ante las infecciones- se encuentra debilitado no sólo a causa de la enfermedad, sino también del tratamiento. Los medicamentos utilizados para tratar el cáncer actúan sobre las células enfermas específicamente, pero también tienen acción sobre otras células que están sanas, como son las células de la sangre: los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las plaquetas.

Existe un tipo de glóbulos blancos denominados "fagos". Ellos son los encargados de defender al organismo contra las infecciones. Si el niño tiene poca cantidad de fagos en la sangre -menos de mil por milímetro cúbico- se dice que sus defensas están bajas y a esto se lo llama "neutropenia". Si además de encontrarse bajo en fagos el niño tiene fiebre, su estado es de "neutropenia febril".

Los fagos disminuyen su número entre una semana y diez días luego de haberse aplicado un ciclo de quimioterapia. Pero también es necesario saber que siempre existe una disminución de las defensas en forma permanente durante todo el período de tratamiento y que este efecto se prolonga hasta seis meses después de haberlo terminado. Es importante tener en cuenta que, a diferencia de lo que ocurre con otros niños, una infección en un niño que recibe tratamiento oncológico puede llegar a resultar una grave complicación debido a que su sistema inmunológico se encuentra debilitado.

La mayoría de los fármacos reduce la producción de glóbulos blancos en la médula ósea. Esto debilita el sistema inmune del niño y los hace más propensos a la neutropenia y a las infecciones. Este efecto aparece en general luego de una semana desde que el tratamiento es suministrado. Si la quimioterapia es aplicada cada 3-4 semanas, el número de los glóbulos blancos llega a su punto más bajo (nadir) luego de 7-14 días de tratamiento (dependiendo del tipo de quimioterapia que se utilizó). Luego el número de glóbulos blancos empieza a aumentar constantemente y normalmente regresa a su nivel seguro antes de la siguiente quimioterapia.

Cuando el número de glóbulos blancos es bajo, el niño puede desarrollar infecciones. Estos podrán vencer la mayoría de las infecciones menores, pero es importante contactar el hospital rápidamente si:

  • La temperatura pasa cierto nivel (el personal del hospital indicará cuál es este nivel).
  • El niño se siente mal aún cuando la temperatura es normal.
  • El niño comienza con escalofríos.
  • Cualquier otro síntoma que le preocupe y que esté estipulado como señales de alarma por el equipo tratante.

Es probable que en esos casos sean internados para suministrarles antibióticos vía intravenosa hasta que los médicos sepan qué tipo de infección es. Luego de superada la infección, se realizará una prueba de sangre antes de iniciar con la quimioterapia para asegurarse de que sus células se han recuperado. Si el recuento de glóbulos blancos sigue siendo demasiado bajo, el tratamiento puede retrasarse hasta que vuelva a estar en un nivel seguro.

Algunas infecciones que normalmente causan pocos problemas pueden ser más difíciles para el sistema inmunológico del niño. El sarampión y la varicela pueden ser particularmente graves. Si el paciente está expuesto a cualquiera de estos síntomas, o si desarrolla estas infecciones, la familia debe comunicarse inmediatamente con el personal del hospital o concurrir a la guardia, para que se pueda dar el tratamiento adecuado.

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Afectación en la Nutrición

Náuseas /vómitos 

Estos efectos son usualmente controlados con medicamentos antieméticos. Sin embargo, si el malestar de náuseas persiste, se debe informar al equipo médico, que quizás pueda cambiar el medicamento y controlar los síntomas.

Cambios en el gusto 

La quimioterapia puede causar cambios en el gusto, que hace sentir los alimentos más salados, amargos o metálicos. El gusto volverá a la normalidad una vez se termine el tratamiento de quimioterapia.

Cambios en el apetito

Algunas veces el niño puede estar inapetente y hasta perder peso temporalmente. Se puede intentar darle sus comidas favoritas y no temer repetirlas por varios días. Comiendo poco, pero comiendo seguido, puede ayudar.

Muchas veces, el médico indicará suplementos nutricionales y medicaciones para estimular el apetito. Si resulta necesario, se los puede alimentar a través de un tubo de la nariz al estómago (sonda nasogástrica), o a través de una sonda a través de la pared abdominal (gastrostomía). Algunas veces, pueden ser alimentados a través del catéter venoso central. El hospital informará más en detalle cuáles son las maneras para alimentarlo.

Por otro lado, algunas medicaciones provocan un elevado incremento del apetito y el consecuente aumento de peso. Los médicos indicarán estrategias para intentar evitar un aumento excesivo. Este efecto finaliza ni bien se interrumpe la medicación al terminar el tratamiento.

Diarrea y estreñimiento

Algunos medicamentos pueden modificar el funcionamiento intestinal, por lo cual el niño puede tener diarrea o estreñimiento. Se debe informar al hospital si el estreñimiento se complica, ya que los laxantes pueden ayudar.

La diarrea normalmente mejora sin medicación. Es importante que el niño beba mucho líquido. Ocasionalmente, podrá necesitar medicamentos anti-diarrea. Se debe informar al hospital si la diarrea persiste para evitar que el niño se deshidrate.

Boca sensible o dolorosa

Algunos medicamentos pueden causar úlceras en la boca. El cuidado bucal es muy importante y las enfermeras le mostrarán cuál es la forma indicada para el cuidado de la boca del niño. El médico le prescribirá enjuague bucal u otros medicamentos que puedan ayudar. Los efectos en la boca comienzan unos 5 a 10 días después de tomar los medicamentos y mejorará unas 3 o 4 semanas después de terminado el tratamiento.

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Otros efectos

Cansancio o disnea

Algunos fármacos de quimioterapia disminuyen el número de glóbulos rojos producidos por la médula ósea, por lo que su hijo puede volverse anémico. Esto puede hacer que se sienta muy cansado y sin aliento, y/o se vea pálido. Si el número de células sanguíneas es muy bajo, se puede administrar una transfusión de sangre.

Moretones o hemorragias

Algunos fármacos de quimioterapia pueden reducir la producción de plaquetas. Estas son las células que ayudan a coagular la sangre. Se debe informar si el niño tiene hematomas o hemorragias inexplicables, como hemorragias nasales, sangrado de encías, manchas de sangre o erupciones en la piel (petequias). Si el número de plaquetas es muy bajo, se puede administrar una transfusión de plaquetas.

Pérdida de cabello

La caída del cabello es un efecto no deseado muy frecuente ya que algunos medicamentos la causan. Es importante que la familia hable acerca de esta posibilidad con su hijo antes de que suceda ya que, cuando comienza a caerse, el proceso es rápido y, por lo general, angustiante. Puede explicarle que cuando deje de tomar la medicación, el cabello volverá a crecer.

Algunos niños pueden perder todo el cabello y en otros solo se volverá más fino. La pérdida también puede ser a nivel de las cejas, las pestañas y el resto del vello corporal. Hay muchas maneras de manejar la pérdida del cabello. Usualmente los niños usan gorros, sombreros o pañuelos y en ocasiones pelucas. 

Normalmente, el cabello crece de nuevo unos meses después de terminado el tratamiento. Sin embargo, puede cambiar transitoriamente de color o textura. Por ejemplo, puede volverse ondulado aunque antes era lacio.

El cabello es importante en la identidad del niño. Esto puede afectar sus relaciones con la familia y amigos. Los niños y los adolescentes pueden sentirse menos seguros de sí mismos y abandonar eventualmente las actividades sociales.

Es importante que los chicos sepan por qué perderán el cabello y así prepararlos para el momento en el que ocurra. El personal del hospital puede aconsejar y ayudar con esto. De igual manera, sería útil que el niño hable con otros niños en tratamiento que también hayan perdido el cabello.

Cambios en la piel

Algunos fármacos de la quimioterapia pueden causar sarpullido o cambios en el color de la piel. La piel se vuelve más sensible a los químicos como el cloro en las piscinas. El personal del hospital le dará la aprobación para que su hijo use la piscina durante el tratamiento.

La piel del niño será más sensible al sol. Es importante proteger la piel del niño usando un sombrero, ropa suelta y gafas de sol y siempre utilizar protector solar con un factor alto en cualquier zona de la piel que esté expuesta. El médico puede prescribir estos protectores.

Temas relacionados con el riñón, el hígado y el corazón

Algunos medicamentos pueden alterar el funcionamiento de los riñones, el hígado o el corazón. Estos efectos pueden ser a largo plazo. Si es necesario se harán chequeos para revisar que estén funcionando apropiadamente. Pero la mayoría de los niños no necesitarán estos estudios.

Cambios en el comportamiento

Algunos medicamentos pueden causar sentimientos de ansiedad, inquietud, mareo, insomnio o dolores de cabeza. A algunos niños les será difícil concentrarse, otros pueden tener estados de ánimo cambiantes, estar malhumorados o irritables.