Mitos del cáncer infantil
Mito 1:
“Muchos casos de cáncer infantil se podrían haber evitado si los padres hubiesen sido más cuidadosos o hubiesen estado más atentos a la salud de sus hijos”
Cuando un niño o adolescente ha sido diagnosticado con cáncer, él mismo y sus padres muchas veces se preguntan qué hicieron para enfermarse o si no tomaron recaudos para prevenirlo.
A pesar de la continua e intensa investigación sobre el cáncer infantil realizada durante los últimos años, aún se desconoce qué causa el cáncer en niños y adolescentes. Es importante tener presente que puede diagnosticarse tanto en niños sanos, como con otras enfermedades previas, y niños bien “cuidados” por sus padres o niños que no han recibido los cuidados adecuados.
Los niños no son pequeños adultos. Su enfermedad difiere de la de ellos, sobre todo en la influencia que dietas, estilo de vida y medio ambiente pueden tener en el desarrollo de estas enfermedades en adultos.
No hay ninguna evidencia científica de que el cáncer infantil pueda ser causado por algún comportamiento humano.
Mito 2:
“Los disgustos o el sufrimiento intenso por algún hecho o situación pueden provocar cáncer en los niños”
Se ha instalado la creencia popular de que atravesar situaciones traumáticas o estresantes puede determinar la aparición directa de cáncer. Y aunque en determinados casos puede observarse que la enfermedad aparece después de situaciones potencialmente estresantes para los niños y adolescentes, no hay evidencia científica de esta asociación directa.
Por otro lado, no se ha encontrado una mayor incidencia de cáncer en niños sometidos a situaciones estresantes, si se los compara con niños que no han pasado por dichas situaciones. El cáncer es una enfermedad de aparición repentina que no se puede prevenir ni evitar. Es un proceso biológico que se dispara en algún momento de la evolución, sin posibilidad de anticiparlo.
Hoy en día, aún no se conoce qué causas específicas provocan su aparición. Pero sí sabemos que no hay relación directa con ninguna causa en particular, sino que se trata de una enfermedad multifactorial.
Mito 3:
“Los niños enfermos de cáncer representan una amenaza para los demás porque pueden contagiarlos”
Nadie puede contraer cáncer por el contacto con otra persona. El cáncer no es contagioso, ni puede ser transmitido. Sin embargo, es necesario destacar que los niños que reciben quimioterapia y/o radiación tienen debilitado su sistema inmune y, por ello, corren el riesgo de ser infectados por virus, bacterias u otros gérmenes que los podrían enfermar severamente, y producirles complicaciones. Es por eso que, a menudo, utilizan barbijos o mascarillas, para su propia protección.
El uso de estas mascarillas ha generado este mito en algunas regiones del mundo. Sin embargo, hay que dejar muy claro que los pacientes que tienen cáncer usan mascarillas para protegerse ellos de infecciones externas y no para proteger a los demás.
Mito 4:
“Si un niño tiene cáncer, es mejor que no lo sepa”
Los niños y adolescentes tienen derecho a ser informados tanto del diagnóstico de su enfermedad como de su plan de tratamiento y de las posibles consecuencias del mismo. Por supuesto, es importante que la información sea adecuada a su etapa evolutiva y consensuada con sus padres y cuidadores.
Incluso los niños en etapa preverbal perciben los cambios en su cuerpo, en su entorno y en la dinámica diaria, por lo que necesitan que los adultos que los rodean puedan ponerle palabras a lo que les sucede.
Un niño que no es informado y percibe una discordancia entre lo que se le dice y lo que le pasa, puede comenzar a perder la confianza en quienes son su principal sostén, y sentirse solo frente a semejante desafío.
Para los niños de menor edad, el nombre de la enfermedad es sólo una formalidad, una convención. Ellos necesitan información clara y concreta, acorde a su edad y que le dé un sentido a aquello que viven en carne propia y necesitan atravesar.
En el caso de los adolescentes, el diagnóstico puede tener connotaciones diferentes, y además, el hecho de tener acceso a información en Internet, por ejemplo, puede generar más dudas y confusión. Por eso es sumamente importante que reciban la información de primera mano, es decir, de sus médicos tratantes, y que el médico esté dispuesto a la repregunta del paciente para brindarle respuestas sinceras y concretas. Es importante decirles la verdad, respetando el estilo familiar y los recursos comunicativos de los que dispongan.
Mito 5:
“La alimentación es un elemento clave en el cáncer. Si es mala, puede provocarlo y si es buena puede curarlo”
Una alimentación completa y equilibrada es importante para el desarrollo óptimo de la vida en general. Pero su calidad en sí misma no es determinante para la aparición de una enfermedad como el cáncer. De hecho, el cáncer puede desarrollarse en niños bien nutridos y en niños con problemas nutricionales, tanto con desnutrición, como con exceso de peso. No se ha encontrado en estudios científicos serios una relación entre la alimentación y cáncer en niños.
Durante el tratamiento, los niños y adolescentes deben seguir determinadas reglas en cuanto al tipo de alimentos que ingieren o las formas de cocción e higiene, sobre todo para evitar efectos adversos o complicaciones por la interacción con los medicamentos que toman. Un buen plan alimentario puede contribuir positivamente en el desarrollo y la tolerancia del tratamiento con quimioterapia, pero no suplantarlo.
Mito 6:
“El mejor remedio para curar el cáncer es que el niño mantenga una actitud optimista y que piense en positivo”
Cada niño y adolescente tendrá un estilo de afrontamiento de su enfermedad y tratamiento acorde a su edad, su personalidad y su historia previa. No hay reglas universales sobre cómo se debe atravesar el tratamiento. Sin embargo, sí sabemos de la importancia de promover espacios lúdicos, recreativos y pedagógicos, así como de legitimar las expresiones de enojo, tristeza y oposición.
La hospitalización de los niños y adolescentes los expone a normas, procedimientos, pinchazos, internaciones prolongadas, cambios en la imagen corporal por efectos del tratamiento y pérdida de la intimidad que sin duda les afectarán. Por ello es saludable que los niños manifiesten su enojo o su tristeza frente a la invasión de las situaciones que alteraron su vida cotidiana.
Negar el sufrimiento no hace que desaparezca. Por eso es importante que el niño manifieste sus sentimientos sobre la enfermedad, sean o no positivos. De todos modos, alimentar una actitud positiva, en muchos casos, le da herramientas al niño para enfrentarse con la enfermedad y esto puede colaborar con su afrontamiento.
Mito 7:
“El cáncer infantil se puede curar con tratamientos distintos a los de la medicina convencional/tradicional/alopática”
En primer lugar, debemos diferenciar entre tratamientos complementarios y tratamientos alternativos. Los métodos complementarios se usan junto a la atención médica habitual. Por otro lado, los tratamientos alternativos son los que se usan en substitución al tratamiento indicado por el médico. Aunque algunos de estos métodos pueden ser útiles para aliviar los síntomas o ayudar a los pacientes a sentirse mejor, la mayoría de ellos no han demostrado ser eficaces. Algunos, incluso, podrían ser muy peligrosos para el paciente y nunca deben sustituir a los tratamientos médicos.
Se recomienda desconfiar de los métodos complementarios y alternativos que afirmen curar el cáncer y sugieran abandonar el tratamiento médico. Hay que recordar que los tratamientos que logran mejorar los resultados del cáncer son presentados y publicados en eventos científicos y publicaciones serias de la especialidad. Los tratamientos que han demostrado combatir el cáncer de forma segura ya están contemplados en la medicina tradicional. Es fundamental que los padres consulten siempre con su médico antes de aplicar un tratamiento complementario.
Mito 8:
“Puedo pedir donaciones de médula para mi hijo enfermo de leucemia”
En los últimos años se ha visto proliferar en las redes sociales las campañas de petición de médula ósea cuando un paciente la necesita. Si bien las peticiones más populares han traído consigo un aumento de los registros en la red mundial de donantes, hay que dejar claro que nadie puede inscribirse en ella como donante de una persona concreta. Este registro se define para Donación Altruista, es decir que una vez que una persona se ha inscripto como donante voluntario, puede ser requerida para cualquier persona que sea compatible con ella.
El trasplante de médula debe realizarse en un momento clínico determinado y es casi nula la posibilidad de encontrar un donante compatible por este método. Es más sencillo buscar un donante emparentado entre sus consanguíneos y no emparentado entre los 33 millones de donantes de todo el mundo ya registrados. Quien se registra como donante debe estar dispuesto a donar a cualquier persona del mundo que lo necesite sin saber quién será.
Mito 9:
“La donación de médula puede provocar parálisis en el donante”
Existe una confusión bastante habitual entre la médula ósea y la médula espinal. La médula ósea es el tejido esponjoso que se encuentra en el interior de los huesos, donde se produce la sangre. En cambio, la médula espinal es una estructura cilíndrica que se encuentra en el interior de la columna vertebral y que comunica el cerebro con el sistema nervioso.
Los enfermos de leucemia necesitan células madre hematopoyéticas procedentes de donantes que sean compatibles con ellos. Estas células se encuentran en la médula ósea y en la sangre del cordón umbilical, especialmente.
Para extraerlas de la médula ósea pueden usarse dos procedimientos: efectuar una punción en las crestas ilíacas o extraerlas directamente del torrente sanguíneo. El primer procedimiento es sencillo y su mayor riesgo es la anestesia que se utiliza para realizarlo. La extracción directa, también llamada citoaféresis, no conlleva ningún riesgo para el donante, excepto la molestia del procedimiento, que requiere de la conexión a un equipo que realiza dicha extracción de las células madre.
Además, el donante siempre debe ser evaluado previamente para evitar someterlo a ningún riesgo. Esta es una premisa fundamental para la donación. Donar médula ósea, por tanto, no tiene nada que ver ni con la columna vertebral ni con el sistema nervioso del cuerpo humano.
Mito 10:
“Un niño con cáncer no llegará jamás a ser un adulto con una vida plena”
Los niños curados de cáncer tienen una expectativa de vida normal. Dependiendo de la intensidad del tratamiento recibido, algunos niños podrán tener efectos secundarios o tardíos. Sin embargo, podrán vivir una vida normal, en tanto reciban el cuidado adecuado y oportuno. Además, a pesar de su aislamiento transitorio, los sobrevivientes de cáncer infantil han demostrado su habilidad de adaptación y aprendizaje, así como la capacidad para retomar su desarrollo social y funcionar como miembros útiles de la sociedad. La mayoría de ellos viven una vida tan normal como sus padres. Solamente necesitan recibir los controles y cuidados adecuados para mantener una buena calidad de vida y una educación para sostener hábitos saludables.