La Familia

Cuando a un niño se le diagnostica cáncer, los padres experimentan sentimientos mezclados de desconcierto, enojo, miedo y tristeza. Pueden sentir que es por culpa de ellos, que algo que hicieron o dejaron de hacer causó la enfermedad de su hijo. Esto no es verdad y hablar con el  médico puede tranquilizarlos.

Una vez determinado el diagnóstico, los padres pueden y deben hacer tantas preguntas como necesiten sobre la enfermedad, su tratamiento y sobre los efectos colaterales. Tienen derecho a saber todo acerca de él y deben preguntar aquello que necesiten, ya que deben mantenerse activamente involucrados en el cuidado integral de su hijo.

El cáncer infanto juvenil involucra a toda la familia. Cada uno de los integrantes tendrá reacciones diferentes frente a la situación. Reconocer y afrontar estas emociones ayuda a acompañar al niño o adolescente de la mejor manera posible, permitiéndole también que pueda manifestar sus propias emociones y adaptarse a ellas.